por: Malu Viurquez
El manejo de mis emociones hoy en día ha tenido mucho auge, ya que muchas veces se piensa que las personas con un IQ alto (que es la inteligencia lógica matemática), van a tener éxito.
Se ha demostrado ya, en múltiples estudios, que la inteligencia emocional es la base para lograr éxito y felicidad en la vida. ¿Por qué? Porque las emociones hoy juegan un papel muy importante. Cuántos de ustedes han conocido personas que, probablemente, fueron muy exitosas en la escuela, en la universidad y sin embargo no tienen un buen empleo o no ganan suficiente.
Tiene que ver con la capacidad de conocer emociones y entablar propias y buenas relaciones con los demás. En este artículo, vamos a ver cómo manejar las emociones para el éxito. Comenzaremos por comprender las emociones propias de una forma asertiva para lograr empatía con los demás. Después, generar emociones constructivas como primer paso para una comunicación efectiva. Y como tercer paso, promover el desarrollo de la inteligencia emocional que facilite el logro de metas e incrementar el rendimiento del trabajo. Para esto, vamos a empezar por definir Inteligencia Emocional, cuáles son las competencias emocionales y cómo lograr un mejor funcionamiento y manejo de mis emociones. Vamos a describir qué son las emociones; la Real Academia de la Lengua menciona que las emociones son la alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable y penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática. ¿A qué nos referimos con somática? Bueno, pues son las emociones se sienten en el cuerpo. ¿Recuerdas una vez que te asustaste muchísimo y que a lo mejor te dolió el estómago, la cabeza? ¿o a lo mejor cuando estás muy estresado o estresada? dónde sientes ese estrés? Bueno, pues eso, es que las emociones están conectadas con las emociones. Aquí algunas de sus características importantes. Una emoción nos puede predisponer a una acción o a quedarnos inmovilizados o inmovilizadas. Muchas veces define lo que puede ser posible o no, son contagiosas y también son cambiantes. No siempre nos quedamos con una misma emoción durante un día, sino que vamos fluctuando entre una emoción y otra. Para esto, el día de hoy quiero conectarte con tres símbolos importantes que van siempre de la mano.
Por un lado tenemos el lenguaje, que son todas estas palabras que están en nuestra mente pensamientos, ideas, emoción. La emoción es justo lo que sentimos a raíz de estas emociones. Y por último, el cuerpo. Si nosotros alteramos, cualquiera de estas tres, vamos a tener efecto en las otras dos. Por ejemplo, imagina que tienes una reunión con alguien en tu trabajo y durante el día, vas pensando si esta reunión va a ser con una finalidad, sobre un regaño, sobre una llamada de atención, y tu mente empieza a poner en juego muchos pensamientos que cuando llegas a la reunión, tu emoción, tu emocionalidad ya está alterada. De todos esos pensamientos que tuviste durante el día, a lo mejor ya llegas con enojo o en la mejor llegas a la defensiva. Y qué va a pasar? Que tu actuar durante la sesión o la conversación quizás no va a ser favorable ni para ti ni para la otra persona. Es por eso que estos tres elementos siempre van a estar conectados. Trata de visualizarlos como un mismo eje. Si tú estás preocupado por algo que es una emoción, muchas veces hay que buscar una mejor opción en nuestra mente para minimizar esa preocupación o hacer una actividad física. Yo tenía un amigo muy cercano que cuando empezaba a preocuparse por algo se daba, acostumbraba a salir a caminar o a correr para encontrar alguna solución al problema o al tema que lo tenía preocupado. Hace unos años tuve la oportunidad de trabajar con una gran deportista de alto rendimiento y ella mencionaba que cuando tenía una competencia o un reto difícil, obviamente cambiaba todo su cuerpo físico mediante ejercicio, dieta, alimentación. Y algo que llamaba mucho su atención es que ella mencionaba que lo primero que dejaba de consumir eran alimentos chatarra.
Curiosamente, todos los que estábamos en el auditorio entendíamos que significaba no consumir alimentos chatarra y ella le agregaba una frase si yo quería ganar esa competencia, tampoco consumía pensamientos chatarra. ¿Cuáles son esos pensamientos chatarra? No puedo. Está muy difícil para que lo intento. Y entonces, a partir de esos pensamientos chatarra, ¿qué va a pasar con mis emociones? Me pueden llevar a sentirme menos, a bajar mi autoestima, a no sentirme tranquilo/ tranquila. Por lo tanto, el esfuerzo que yo pudiera dar en esa actividad o en ese reto no va a ser el mismo que si llego con un entusiasmo alto, elevado. Entonces, observe cómo estos tres elementos siempre van de la mano. Les conté que en un momento de mi vida fui terapeuta y llegaban personas a mi consulta con lágrimas en los ojos y en una situación difícil y yo les decía a ver, calma, vamos a respirar profundo y lo primero que les pedía es ponte de pie y mira el cielo. En esa posición corporal es imposible llorar y en ese momento, su emocionalidad cambiaba.
Entonces cómo la corporalidad también está alineada a los emociones y a los pensamientos. Esto es una regla “casi, casi mágica”. Si tienes una emoción que no está siendo saludable para ti en ese momento, cambia el pensamiento. Observa qué estás pensando, qué alimenta esa emoción. Yo sé que en un inicio, puede llegar a costar trabajo, pero a base de entrenamiento y disciplina empezaremos a cambiar pensamientos: “cómo sí”, podemos hacer las cosas cómo si empodero la situación, cómo si lo voy a resolver y tu emoción va cambiando? Y si al final de eso tu emocionalidad sigue ganándote la batalla, muévete físicamente, levántate del lugar, busca otra posición, consumen vasito de agua, haz un movimiento diferente, sube las escaleras a caminar, toma aire y con eso verás desde otra perspectiva la situación.
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