“¿Existe el talento innato? La respuesta obvia es que sí… El éxito es talento más preparación.”
(Fuera de serie. Malcolm Gladwell)
He pasado los últimos 10 años entrenando líderes en empresas en México y América Latina. A la fecha he tenido la oportunidad de trabajar con un poco más de 30,000 líderes, y quiero compartir contigo mis aprendizajes respecto al Liderazgo y del liderazgo personal que he logrado aprender.
Al final de mis programas muchos líderes me cuestionan si un líder nace o se hace. Soy de la opinión que si bien una persona puede nacer con ciertos rasgos de personalidad que favorezcan el que se convierta en un líder, son muchas otras las habilidades que se requieren para serlo de una forma efectiva, y que casi cualquier persona puede desarrollar la mayoría de dichas habilidades, si tiene la actitud y disposición necesaria.
Comparto contigo la que considero la mejor definición de liderazgo, te la comparto como dato cultural, pero también como advertencia:
“Liderazgo es dominar el arte de lo incómodo”
Un verdadero líder desprecia la comodidad, el status quo, el “así debe de ser… porque así ha sido y así es”. Un verdadero líder siempre empuja las barreras de sus límites, de forma constante y permanente.
Ahora bien, en esta entrega, me gustaría comentar un rasgo de carácter de los grandes líderes, natos o no. No todos los líderes lo tienen, pero indudablemente las personas que lo poseen cuentan con una enorme ventaja para llegar a ser grandes líderes. Me quiero referir al Instinto de Excelencia.
El Instinto de Excelencia es ese impulso de hacer las cosas, no simplemente bien, sino impecablemente bien y de forma cotidiana. Es esa necesidad de practicar, de entrenar, de estudiar, de ejecutar un poco más allá de lo “normal”, un poco mejor cada vez. Es ese deseo de encontrar más respuestas de las que se tienen, por el simple hecho de poder comprender mejor, de poder hacer las cosas mejor cada vez. Es esa naturaleza respetuosa de las reglas de juego, por y para beneficio del propio juego. Es ese rechazo a las trampas, a las medias tintas, a los mínimos esfuerzos. En los mejores ejemplos, este instinto de excelencia no se presenta como un paso previo para el reconocimiento por parte de los otros, de hecho este instinto se presenta también con un alto grado de humildad; pero este instinto de excelencia es imposible de pasar ignorado, pues los resultados que provoca son siempre sobresalientes.
Obviamente no basta con el simple deseo ardiente de hacer las cosas impecablemente bien, de hacerlas mejor; este deseo debe de ir acompañado de una práctica incansable. Malcolm Gladwell en su libro “Fuera de Serie” nos habla de la regla de las 10,000 horas para alcanzar el éxito en cualquier disciplina.
Al respecto recuerdo una historia que me contó alguna vez mi pareja con respecto a Rafael Marquez (exfutbolista mexicano que jugó en la selección nacional mexicana, así como en el Atlas y en el Barcelona). En cierta ocasión, mi pareja se encontraba en un bar en Puerto Vallarta, donde también se encontraba Rafa Marquez con otros futbolistas. A cierta hora de la noche, Rafa Marquez se despidió de sus compañeros, a lo cual ellos le reclamaron cuestionándolo de porqué se retiraba tan temprano, siendo que al día siguiente no tenían entrenamiento, ni estaba cerca ningún partido, a lo cual Rafa Marquez les dijo que no le importaba, que él tenía que entrenar al día siguiente, ya que él aspiraba a ser el mejor futbolista. A la mañana siguiente mi pareja y las amigas con las que viajaba, salieron temprano a tomar el sol a la playa y vieron a Rafa Marquez corriendo y entrenando. Quizá Rafael Marquez no se convirtió en el mejor futbolista del mundo, pero sin lugar a dudas, es recordado como un verdadero Líder y uno de los mejores futbolistas de nuestro país.
Steve Martín, comediante estadounidense, decía “Se tan bueno en lo que haces que nadie pueda ignorarte”. Cuando te esfuerzas y prácticas y pones tu corazón en la ello no hay nadie que pueda pararte.
Este es uno de los rasgos sutiles de las Fortalezas del Liderazgo.
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